lunes, 15 de enero de 2024

Mark Fisher y el realismo capitalista

 

 

He leído en estos meses el libro “Joy Division. Placeres y desórdenes” el cual reúne una serie de textos escritos alrededor de este grupo de rock surgido a finales de los años setenta del siglo XX en la ciudad de Manchester, Inglaterra. Los artículos que componen el libro exploran diversas facetas como el tema de la muerte, el contexto social y político que se vivía en el país y en la ciudad y cierra con una serie de textos escritos por autores que reflexionan sobre la apropiación de este grupo entre el público español. Un libro interesante porque permite entremezclar la cultura del rock con la sociología, la psicología, la filosofía y la economía. Un ejemplo de ello es el texto de Mark Fisher titulado “No más placeres” en donde su autor inicia señalando que Joy Division refleja el espíritu depresivo de nuestro tiempo, el presentimiento de un futuro clausurado, las certezas disueltas dejándonos solamente el resplandor melancólico por delante.

Conocí a Joy Division estando en la universidad en el año 1996 gracias a un casete que me prestó un amigo con quien estudiaba la carrera de economía en la Universidad Nacional. Yo venía de escuchar bandas de punk británico y confieso que durante las primeras veces que escuché sus canciones me interesé más por aquellas que aún respiraban ese aire. En aquella época estaba por iniciar mi tránsito a géneros como el New Wave y realmente me la pasaba escuchando The Cure y en particular sus primeros trabajos (Three Imaginary Boys, Seventeen Seconds, Faith, Pornography) que trasmitían un sentimiento de tristeza, de depresión que luego fueron superados por álbumes más coloridos, más alegres. También era la época de descubrir los sonidos de Depeche Mode y junto al sonido clásico de bandas como The Clash constituían mi altar musical.

Joy Division volvió a cobrar importancia con el lanzamiento en 2007 de la cinta Control dirigida por Anton Corbijn.  Con ella tuve la oportunidad de conocer más de cerca la trágica historia de Ian Curtis -el vocalista de la banda- quien terminó suicidándose en 1980 poco antes de iniciar la gira norteamericana. Con dos discos publicados (Unknown Pleasures y Closer) pasará a ser una banda de culto mientras el resto de la agrupación conformará New Order. Luego leí el libro autobiográfico de Bernard Sumner “New Order, Joy Division y yo” en donde dedicaba una parte para narrar desde su perspectiva aquella época.  

El texto escrito por Fisher sitúa ese espíritu depresivo en la Inglaterra de finales de los años setenta. Cita la película de Grant Gee (2007) para señalar que Joy Division describe lo que estaba pasando en Manchester: un sentimiento de pérdida. Una ciudad como esta, ícono del capitalismo industrial pero que estaba en crisis. Aquella era la época del ascenso de las políticas neoliberales en el Reino Unido marcando el fin de una era socialdemócrata, fordista e industrial. Para Fisher dicho espíritu se materializa en el sonido oscuro de las canciones del grupo (producidas por Martin Hannet), en el diseño de las portadas de sus discos (elaboradas por Peter Saville). Así pues, no se trata de un grupo de jóvenes haciendo música sino de una propuesta artística y conceptual mucho más elaborada.

 

Si desde el punk se había gritado con rebeldía que no existía futuro alguno, se presenciaba con grupos como Joy Division una constatación de una crisis en el individuo, de la depresión, en suma, del nexo entre la patología individual y la anomia social. Pero a diferencia del rock que había sido elaborado hasta ese momento se podía identificar en este grupo un escenario negativo que parecía no estar sustentado en razón alguna. Fisher explica que, en el rock, por ejemplo, el azul (la tristeza) es típico de las interpretaciones de géneros como el blues, pero Joy Division significa el paso a lo negro (a la depresión). Quizá aquí está una de las ideas clave que destaco de su texto porque aborda el tema de la depresión y desde su interpretación acerca a este grupo y sus expresiones artísticas con posturas filosóficas de pensadores como Arthur Shopenhauer. A diferencia entonces del rock clásico que apuesta por la tristeza y la frustración se ha llegado con Joy Division a una situación vacía de ilusiones, el “debo continuar” que según Fisher “no es experimentado por el depresivo como redención positiva, sino como el horror definitivo” (p. 49).

Siguiendo con sus referencias a los estados depresivos se nos menciona que en las letras de Joy Division se esconde una situación aún más desesperanzadora porque se devela la inutilidad de las estrategias que se tratan de emplear para superar ese estado. Se trata de esa fijación en el ahora con la idea de que eso nos dará satisfacción allí donde todos los objetos anteriores nos fallaron. Podemos fijarnos diferentes metas, pero una vez alcanzados, una vez satisfechos los mayores deseos solo queda un hueco. Se trata de viles trucos para seguir adelante. No existe consuelo alguno frente a esa situación. Hay una pulsión de muerte que se entrelaza particularmente con la figura del suicidio en el mundo del rock.

El análisis que hace Mark Fisher de una agrupación como Joy Division y ese espíritu depresivo de nuestro mundo me llevó a conocer un poco más de sus textos. Mientras en “No más placeres” nos acerca desde esa experiencia artística y del mundo psicológico y filosófico existe otro abordaje que nos permite pensar nuestros tiempos desde una dimensión económica.

En el texto titulado “Como matar un zombi: estrategias para terminar con el neoliberalismo” Fisher nos describe el concepto de realismo capitalista. Se trata de una creencia de que no hay alternativa al capitalismo, pero se trata de una creencia incrustada actualmente en los comportamientos y expectativas más banales. Se trata de un discurso que entonces señala que el neoliberalismo es inevitable. Volviendo a los años setenta se menciona que en dicho periodo la izquierda europea perdió la oportunidad de capturar los deseos de libertad y autonomía dejando la oportunidad para que la derecha integrara grupos heterogéneos en torno a un proyecto común.

El realismo capitalista es entonces esa situación en donde frente a la ausencia de alternativas se acepta ese estado de cosas, aunque no se esté de acuerdo con ellas. Se ha vendido la idea que el neoliberalismo es el único modo realista de gobierno. Vivimos en un mundo gobernado según la lógica de los negocios pero que entraña una serie de engaños bajo un discurso que enaltece el libre mercado y la competencia: si bien se habla de acabar con el Estado ocurre en realidad que se apropia para favorecer el interés de determinados grupos de poder (especialmente asociados al capitalismo financiero), en segundo lugar habla de acabar con los aparatos burocráticos pero impone en su reemplazo otros sistemas que traen la novedad de la autovigilancia y en tercer lugar, aplica el discurso del libre mercado para las pequeñas empresas y la población en general pero tiende a la proliferación de monopolios y oligopolios.

Ese espíritu de competencia se ha incrustado en la sociedad promovida por esos mecanismos de control estatal que reemplazaron los antiguos mecanismos de regulación. Pero el mayor de los objetivos que pretende alcanzar el neoliberalismo es, según Fisher, el de imponer determinado modelo de individualismo, uno en donde según sus palabras, los trabajadores son vigilados constantemente por miedo a que puedan recaer en la colectividad. No es gratuito entonces ese sentimiento de ansiedad, madre de muchas de las enfermedades mentales que se viven en la actualidad, pero según Fisher es el objetivo perseguido intencionalmente por los sistemas de control que se disfrazan de estar buscando solamente el aumento de la eficiencia de los trabajadores.


 

Se conectan así las dimensiones individuales y sociales para entender la crisis que vivimos como seres humanos, pero también como sociedad. Seres huecos caminando hacia su propia autodestrucción por un lado y del otro un presentismo que se llena a punta de consumismo. Un vive el momento consumiendo.  A pesar del surgimiento de los movimientos que reivindican luchas históricas sobre la identidad se ha perdido el referente de clase, la consciencia de clase. Ese es un fracaso de las izquierdas, por lo menos, en el caso europeo, que Fisher destaca y que le dan la base para discutir y criticar los movimientos neoanarquistas que les apuestan a estructuras horizontales que son poco eficaces a la hora de construir nuevos relatos alternativos. Lejos de ser un oponente les califica como resultado justamente de ese realismo capitalista. Se asiste en la actualidad a excitantes estallidos de militancia (usando una expresión de Bifo Berardi) que se desvanecen tan rápido como han surgido y sin generar un cambio sostenido.

El rompimiento de las narrativas ideológicas se consigue para Fisher no en términos de una acción directa sino en aquella indirecta por medio de la cual se toman los espacios legislativos, así como los medios de comunicación dominantes, sin embargo, los movimientos neoanarquistas se han concentrado en la primera de ellas dejando el campo libre a los discursos neoliberales que extienden su poder e influencia. Tratando de ser más propositivo se nos invita a ir más allá de un binarismo estéril que contrapone esas formas horizontalistas con otras clásicas bastante jerarquizadas. Al caer en la duda, la incertidumbre y el escepticismo se ha cometido desde lo político un error porque la izquierda post 68 en Europa tiene miedo a “imponer” un programa, duda de sí misma y en ese sentido pierde frente a la derecha. Existe, sin embargo, una tarea pendiente que se refiere a la construcción de un nuevo tipo de solidaridad. Frente a la apuesta por ese individualismo mercantilizado se debe avanzar en un proceso que logre juntar diversos grupos, recursos y deseos, pero ya no en torno a una unidad global o bajo un control centralizado. En el campo de los deseos significa entender que estos son construidos y que frente a la tarea lograda por los publicistas y desde el marketing también es posible un modelo de deseo alternativo.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y aunque se denuncia con recurrencia los peligros de una homogenización cultural también hemos podido tener la posibilidad de intercambiar manifestaciones que a pesar de nacer en un contexto específico son re-interpretadas, enriquecidas. Como muchos otros de mi generación también viví una época en que el punk se convirtió en mi principal referente, pero mi vida transcurría en un país latinoamericano, en la periferia de la periferia, en un barrio informal de Bogotá y por cuestiones de azar llegué a conocer estas manifestaciones artísticas. Imagino que especialistas en estos temas ya habrán tratado de analizar las re-apropiaciones que hemos hecho y que han quedado materializadas en la música, el cine o la literatura.

Los textos de Fisher que he citado en este escrito nos permiten conectar la esfera del individuo con la esfera social. Cuando vemos el incremento en el suicidio especialmente entre los jóvenes y adolescentes[1] cabe preguntarnos hasta donde se trata de un problema que se explica desde posturas que restringen sus explicaciones a la dimensión individual sea bajo el discurso biologicista que le asocia a la herencia genética y/o del otro lado a un problema que tiene que ver con instituciones como la familia. Vivimos en un mundo globalizado y neoliberal que ha ido influyendo en nuestro cotidiano y alimentado nuestras crisis existenciales a la vez que nos invita a olvidarlas (temporalmente) en el consumo desmedido.

En un programa de radio que hicimos con algunos estudiantes de Sociología en torno al tema de la salud mental habíamos mencionado la importancia de esquemas alternativos a la medicalización de los jóvenes. Se había mencionado la existencia de modelos de salud mental comunitaria y de la necesidad de empezar a explorar esas alternativas frente a la crisis que vivimos en el ámbito universitario. Creo que las lecturas de los textos aquí reseñados van en la misma dirección cuando nos señalan la necesidad de un nuevo tipo de solidaridad. Frente a esa crisis del individuo en el capitalismo que actualmente vivimos y las tendencias a caer en la depresión y en el peor de los casos en el suicidio debemos retomar la tarea de reforzamiento y/o reconstrucción del tejido social, así como de una recualificación de las interacciones sociales que tenemos día a día y ese reto marca efectivamente una agenda política que tal vez estamos pasando por alto en nuestra sociedad. Es un reto más que justifica un abordaje interdisciplinario, pero en particular económico y sociológico.  

REFERENCIAS

Fisher, M (2018) No más placeres En: F. Fernández (coordinadora) Joy Division. Placeres y desórdenes (pp. 37-53) Errata Naturae.

 

Fisher, M (2020) Como matar un zombi: estrategias para terminar con el neoliberalismo. Caja Negra Editora https://cajanegraeditora.com.ar/como-matar-a-un-zombi-estrategias-para-terminar-con-el-neoliberalismo/

 

DANE (2021) Caracterización territorial y sociodemográfica de los homicidios y suicidios en Colombia. En: Informes de Estadística Sociodemográfica Aplicada (1)

 

 

 

 



[1] Según un boletín producido por el Departamento Nacional de Estadística DANE la tasa de suicidio en Colombia pasó de 4,8 a 5,9 casos por cada 100.000 habitantes entre 2010 y 2019. La tasa de suicidio es mayor entre la población masculina: en 2019 específicamente la tasa masculina era 9,7 y la tasa femenina de 2,3 casos por cada 100.000 habitantes.

 

domingo, 16 de julio de 2023

Derecho a la ciudad / Pospandemia

 

Segunda parte de la entrevista realizada por Alejandro Acevedo para la Revista Subakteria y disponible en Youtube.

 


 

Un gobierno urbano en una ciudad globalizada

 

 

Un agradecimiento especial a Alejandro Acevedo por la dirección y producción de este material. Una invitación especial para consultar los contenidos de la Revista Subakteria.

 


 

jueves, 6 de abril de 2023

Sobre universidades-empresa y estudiantes-clientes

 

Nuccio Ordine es el autor del libro titulado “La utilidad de lo inútil”. La edición que leí ha sido publicada en 2013 por la editorial Acantilado en Barcelona, España. El autor, quien es profesor de literatura en la Universidad de Calabria, nos ofrece un conjunto de reflexiones acerca de los procesos actuales de enseñanza y aprendizaje dedicando un capítulo en particular al tema de las universidades europeas. Mi interés en este libro surgió a partir de un video publicado en internet en donde el autor dialoga con un grupo de jóvenes acerca de la importancia que tienen ciertos contenidos que hoy en día están siendo eliminados de los espacios académicos, un ejemplo de ello es el caso de la enseñanza del latín y del griego. Bajo un argumento mercantil derivado de las reformas que desde la Unión Europea se están promoviendo tiene lugar una reducción del presupuesto dedicado a la universidad pública. En este breve texto me gustaría comentar el contenido del capítulo tres “La Universidad empresa y los estudiantes clientes” y compartir una serie de consideraciones a propósito de la situación que vivimos en Colombia.  

El contexto europeo

Ordine inicia describiendo la crisis de la universidad pública en Europa que se caracteriza por una reducción de las subvenciones públicas y la puesta en marcha de una competencia entre las instituciones por la obtención de recursos económicos. La generación de unos indicadores de seguimiento obliga, entre otros aspectos, a prestar más atención a lo cuantitativo y no a la calidad de la enseñanza. Bajo la presión de graduar a más estudiantes se relajan las exigencias para aprobar los cursos y se reduce la duración de las carreras. Este modelo inspirado en lo hecho en E.E.U.U. propone ver las universidades como empresas que prometen a los estudiantes obtener las oportunidades necesarias para alcanzar trabajos inmediatos y atractivos ingresos. Se impone progresivamente el lema “el cliente tiene la razón” y los docentes se convierten en burócratas que pasan la mayoría del tiempo atendiendo otras actividades diferentes a las de preparar sus clases. Esta devaluación de la enseñanza se complementa con la separación del ejercicio de la investigación y el resultado es una tendencia a que los cursos sean cada vez más superficiales y repetitivos.

En defensa del modelo europeo se recuerda que la adquisición de conocimiento nos hacer crecer y ser más autónomos como personas. Hoy en día predomina una lógica mercantil que valora cada una de nuestras acciones como inversiones que deben en el corto plazo generar una recompensa. En el caso de la universidad significa que más allá de formar profesionales existe una formación cultural en sentido amplio en donde los estudiantes cultivan su espíritu con autonomía y dan rienda suelta a su curiosidad. Tiene lugar, por lo tanto, una formación ciudadana en donde se fomenta una mayor responsabilidad con la defensa del bien común. Ordine hace referencia al libro “El límite de lo útil” de Georges Bataille para describir una crítica desde una economía en clave anti-utilitarista en donde se cuestiona el predominio de una visión que valora el conocimiento por su utilidad. Al recurrir a las nociones del don, del derroche, de una economía de la fiesta se protegen los valores de una civilización en donde lo gratuito y el don ayudan a dar un significado más humano a la vida. En la defensa de otros modelos de enseñanza también se menciona que la relación entre el estudiante y el profesor debe estar marcada por el amor y la pasión y en ese sentido en la gratuidad y el desinterés. El autor describe al educador como un seductor: la enseñanza es una actividad que no puede considerarse un oficio, sino que en su forma más noble presupone una noble vocación. La lógica mercantil también ha invadido los espacios dedicados a la divulgación de los productos de investigación. Con relación a las editoriales señala una reorientación de las obras publicadas que va en detrimento de los clásicos y en favor de las exigencias de la media.

El contexto colombiano

La descripción que acabo de presentar del texto de Nuccio Ordine me lleva a plantear algunas inquietudes que quiero dejar expuestas en este texto. La primera de ellas se centra en destacar la particularidad del caso colombiano. En nuestro país no hemos consolidado un modelo tan fuerte como en Europa en torno a la Universidad Pública. Es bastante frecuente que muchos estudiantes que no logran entrar a estas instituciones busquen en el sector privado una oportunidad para estudiar. Para ir a la universidad se requiere de la capacidad económica para pagar precios elevados por las matrículas o en el peor de los casos acudir a los créditos educativos. Existe un sistema estratificado en donde a mayor riqueza mayores oportunidades para elegir el tipo de universidad que se desea y aparejado a ello una noción de estatus que se utiliza para diferenciar a las personas. Es muy semejante a otros diferenciadores tales como el colegio donde se estudia de niño y adolescente o el barrio donde se crece y/o se vive. Una sociedad clasista en donde las universidades intentan atraer a una población objetivo (élites, clase media alta, clase media media, clase media baja) reforzando así esa noción de estudiantes-clientes. 


 

¿Debemos acotar la crítica entonces al papel de la Universidad Pública y aceptar que por tratarse de un sector privado no podemos cuestionar la lógica mercantil que la gobierna? ¿La responsabilidad de formar ciudadanos autónomos o de promover esa curiosidad en los estudiantes a partir de estudiar las cosas inútiles es un lujo propio de quien está en las universidades públicas? ¿Sólo importa la discusión sobre el avance de la lógica mercantil en nuestras universidades públicas? Creo que es importante traer estas reflexiones para el ámbito de la universidad privada y que es importante crear nichos -o reconocer los ya existentes- en donde se pueda promover ese gusto por el conocimiento, ese derroche y desinterés que ha caracterizado el ejercicio docente y que ese cambio podría darse al margen de si los gobiernos fortalecen o no la enseñanza púbica y gratuita en el nivel universitario.

La lógica mercantil opera también en torno a los docentes. La desvalorización de sus actividades en el sector privado se justifica a menudo con argumentos financieros. Las dificultades para garantizar una contratación a término indefinido, las brechas en las remuneraciones entre universidades para profesionales con iguales niveles de formación, la vinculación de los salarios a la productividad investigativa que se hace con las uñas y una desvalorización de los tiempos que todo docente (sea en la universidad pública o privada) dedica a la preparación de las clases depende de cuántos estudiantes entraron al inicio de cada semestre y si el indicador cae empiezan los ajustes en nómina. La desvalorización de las maestrías, la apertura de doctorados e incluso el cobro por pos-doctorados operan bajo la lógica de la ganancia. Y aún en este panorama tan oscuro es posible encontrar docentes dedicados a su oficio, despertando en sus estudiantes esa pasión por el conocimiento. El desinterés y esa lógica del don florece incluso en espacios desérticos dominados por la más pura racionalidad economicista. La persistencia o aumento de los docentes de cátedra nos sigue recordando que si las cuentas de la universidad no cuadran es posible en el peor de los casos apelar a esas formas de contratación a corto plazo, sin mayores obligaciones o compromisos contractuales. 

Foto: Mapa en relieve de Colombia. Parque Nacional. Bogotá. 2021. Hernando Sáenz
 

En segundo lugar, durante los últimos quince años el modelo de medición de calidad de la investigación en Colombia se ha ido fortaleciendo. Para los profesores que nos formaron hace unas tres décadas no era tan importante la calificación como investigador ante Minciencias o la participación en un grupo de investigación avalado por esa instancia del gobierno. Hoy en día muchas de las universidades privadas intentan adaptarse a las exigencias de esos modelos y una vez más la lógica mercantil dicta las condiciones en que se mide esa calidad. Asistimos desde hace varios años a una pérdida progresiva de las revistas académicas por cuenta de los sistemas de medición que funcionan bajo una lógica globalizada y a pesar del esfuerzo por crear un sistema propio de indexación son cada vez más reducidos los espacios de divulgación de la investigación en nuestro país. Igual suerte comienza a operar en el caso de los libros con la imposición de las mediciones y las exigencias de citación. No es raro que en ese contexto se ensayen medidas tales como el pago a investigadores por publicar en revistas top o el pago por publicar en determinadas revistas científicas. En ese contexto quién cuenta con recursos puede garantizar que sus publicaciones cuenten para luego avalar a sus investigadores y grupos de investigación. Aquí la pregunta vuelve a girar en torno a la posibilidad de modificar ese escenario en las universidades privadas o si finalmente no existe otra alternativa. Sucumbir ante un sistema de calidad que termina acabando con la pasión que tienen los docentes por esa vocación.

Si la Universidad Privada es vista como esta Universidad empresa que denuncia Ordine en su libro tenemos entonces que la crisis que se denuncia en el caso europeo adquiere en nuestro país una dimensión más crítica habida cuenta de las dificultades para que la educación pública se democratice en Colombia. Al estar entonces a merced de esa educación mercantilizada ¿tenemos que conformarnos con una pésima calidad de la educación, una desvalorización de la labor docente y la muerte progresiva de las editoriales y revistas académicas universitarias? Tal vez la solución sea efectivamente la promoción y fortalecimiento de la universidad pública si es ella la principal responsable de formar ciudadanos o de ese proyecto de Nación que tenemos pendiente por construir. Sin embargo, creo que esa es una tarea digna de asumir por el sector privado y que allí también podrían plantearse límites a esa progresiva eliminación de lo que no sea rentable, garantizando por ejemplo más tiempo libre (algo que en muchos lugares genera desconfianza o se asocia con baja productividad); más seguridad (de todo tipo incluyendo la económica); mantener o fomentar la libertad frente a la institución y promover la conformación de espacios informales para los encuentros entre profesionales de todo tipo de estudiosos en cada área de conocimiento.

Nuccio Ordine nos regala en la edición que he comentado aquí el texto de un ensayo escrito por Abraham Flexner titulado “La utilidad de los conocimientos inútiles” y narra la experiencia del proyecto del Institute for Advanced Study de Princeton cuya versión original fue publicada en 1939. Allí se menciona el papel que jugó la creación de ese instituto para promover el cultivo de la curiosidad y la preservación de esa investigación que aún siendo inútil provoca una satisfacción espiritual. Flexner denuncia el papel de las universidades al servicio del poder económico, político o racial y las restricciones resultantes en materia de libertad académica y nos recuerda que más allá del reconocimiento de la creatividad científica o artística es supremamente importante la justificación de la libertad espiritual ya que implica la tolerancia de todo el espectro de las diferencias humanas. Creo que esta última razón es pertinente casi un siglo después y me parece justa para el momento que vive nuestro país y orienta el oficio de la enseñanza hacia la formación de ciudadanos y no solo de profesionales interesados en mejorar su posición social y económica.

Link adicional

Dejo este enlace para escuchar un audio realizado con dos colegas sobre este tema. Programa Efecto Mariposa 30 de marzo de 2023. Radio Escenario USTA. 


Referencias

Bataille, G (2005) El límite de lo útil (fragmentos de una versión abandonada de La parte maldita). Madrid. Losada.

Flexner, A (1939) The usefulness of Useless Knowledge. Harper’s Magazine, pp. 544-552.  

Ordine, N (2013) La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Vigesimosexta edición. Barcelona. Acantilado.

 
 

sábado, 29 de octubre de 2022

Puntos suspensivos

 

 

Para Idrobo.

 

 

Dejar la vida en puntos suspensivos

imágenes atrapadas entre memorias y olvidos

un vacío que no desaparece

ni de noche ni cuando amanece.

 

Dejar la vida en puntos suspensivos

deambulando entre seres impulsivos y reflexivos

una parálisis permanente

que hace del ser un triste penitente.

 

Dejar la vida en puntos suspensivos

esperando que los días sean menos fríos

preguntas que tal vez tendrían sentido

si mi fe aún no se hubiese perdido.

 

Dejar la vida en puntos suspensivos

esperar que la luna me dé su gélido abrigo

deambular con curiosidad por el camino

sintiendo que tú aún caminas conmigo




sábado, 17 de abril de 2021

MARIONETAS EN EL TEATRO DE LA VIDA

 

 

Dragones y serpientes de papel son destrozados por los niños que corren hacia la salida del teatro, riéndose y gritando por el corredor. Ellos saben que afuera los espera un día lleno de alegría. El suelo del escenario se queda cubierto de pequeños trozos coloridos. Quien pensaría que hasta hace un momento esas figuras escupían fuego y danzaban alegremente sorprendiendo a los más pequeños quienes imaginaban viajes estelares hacia universos desconocidos. Igual destino corre un búho de celofán, la ballena decorada con adornos coloridos e incluso el sabio buey que también aparece destrozado. Una tragedia ha ocurrido con los personajes de estas historias y nadie se responsabiliza de los daños causados. El final se puede adivinar cuando ese hombre aparece con su escoba y comienza a recoger los fragmentos de personajes de relatos que se sucedieron en tiempos míticos, ancestrales.

En un rincón yace una marioneta que ha sido olvidada por la compañía de teatro. La interpretación de su papel secundario es tan marginal que fácilmente puede ser reemplazada, así como todos los personajes de papel. Ha sido manipulada en diferentes actos y por lo tanto ha representado papeles determinados por los maestros que escriben escenas dirigidas para hacer reír a los niños y niñas. Yace desgastada, con cicatrices y con un vestido desteñido.

Michael Cheval


Una niña, no obstante, se ha quedado en el palco tratando de recoger los pedazos de papel. Ella no quiere perder su favorito, un dragón rojo. Y tropieza con aquella marioneta a la que toma y comienza a manipular. Descubre los hilos transparentes y examina la mecánica que se sigue para que se muevan los brazos, las piernas, la cabeza. Ella se imagina como una artista, viajando por todo el país, cargando con la responsabilidad de interpretar los papeles que el director le asigne a su muñeco o aquellos que ella se inventa. Imagina como sería darle un corazón y cómo se comportaría si pudiera tener vida. Imagina que se convierte en un príncipe azul y que se enamora de ella. Imagina incluso que está ahí para rescatarla de las garras de ese dragón de papel que, a pesar de todo, le gusta también.

La marioneta sigue tirada allí y la niña comienza a sentir un viento frío que se desliza desde el techo del escenario. Siente la falta de una figura paterna y la soledad la invade al pensar que nada de lo que pueda desear se realizará al final. Ni el dragón, ni la marioneta, ni ella misma tienen libertad. Sus pensamientos, emociones y creencias son resultado de una imposición, del compromiso. Nada queda al final, solo un cuerpo vacío, sin vida y que carece de motivos para levantarse. 

Salvador Dalí- Metamorfosis de Narciso (1937) (*)

La niña comienza a llorar y sus lágrimas se deslizan por su rostro. Aquel hombre que camina por entre los asientos recogiendo la basura se percata de su presencia. Lentamente se aproxima a ella e intenta consolarla. No entiende esa escena e intenta animarla haciéndole ver que todo es un cuento, una historia, una ficción, pero ella no lo siente así. Es algo tan profundo a la vez que banal y, sin embargo, no comprende cómo pueden ignorar su dolor. En un ataque de ira, de rabia, insulta al hombre. Le hace ver que se trata de su realidad y que eso es suficiente para ella. Su dolor debería ser objeto para llamar su compasión, no obstante, el hombre se aleja sumergido en la confusión resultante de su conducta hostil.

Ella se queda sentada sobre el escenario imaginando su jardín de la utopía. Allí entre los árboles se ocultan los sabios maestros que tienen el poder para que todo ser muerto alcance la vida. Allí es posible alcanzar la perfección, allí es posible entregarse por completo al viento, confiar en el calor del sol. Un lugar en donde sentirse seguro.

Y en ese momento de ensoñación escucha el crujir de una puerta que se va cerrando. Aquella chica sale corriendo y gritando para que perciban su presencia. No quiere quedarse sola y en su loca carrera por esa sala no se da cuenta de aquel dragón de papel que cae y se posa debajo de una silla. La marioneta también se ha quedado allí y mientras ella se aleja, las luces del escenario se apagan y la oscuridad abraza a estos seres inertes, carentes de corazón.

 

(*) Este cuadro se recomienda ver a la vez que se lee el poema: Metamorfosis de Narciso-Salvador Dalí